5 may 2011

El Conejo

Yo era muy joven en la década del ´60, y se me había ocurrido vivir en un barrio muy raro, de casas quintas, con buenos vecinos, sin divisiones entre propiedades y cada uno con su excentricidad a cuestas. Éramos todos los vecinos amantes de los animales, yo con mis gatos siameses, mi amigo y vecino Pablo con su perra dogo argentina, llamada Pola, pero el más excéntrico era Willy, personaje raro, y que tenía una exagerada dedicación a su conejo. Con Pablo solíamos comentar las rarezas de Willy, quien por otro lado era una persona muy pulcra y correcta, y que no se metía con nadie: volvía a las tardes a su casita, abría todas las puertas y ventanas y allí lo veíamos atender a sus cosas, charlando todo el tiempo con su conejo.

Un día, a media mañana, vino Pablo a casa desolado. Hacía unos minutos había aparecido Pola, portando en su hocico el cadáver sucio y maltrecho del conejo de Willy.
-¿Qué hago? Me preguntó Pablo, absolutamente descolocado.
Deliberamos un rato y decidimos limpiar como pudiéramos al conejo, devolverlo a su jaulón y dejar que Willy lo encontrara muerto a su regreso.
Nos llevó un buen rato lavarlo con shampoo, secarlo con un secador de pelo y devolverle un aspecto mas o menos creíble de conejo muerto de muerte natural. Lo pusimos en su jaulón y esperamos con ansiedad el regreso de Willy.

Pasadas las seis de la tarde, como de costumbre, Willy volvió, abrió toda la casa, pero no prendió luz alguna. Pasado un rato, nos acercamos, intrigados por el desenlace y vimos un espectáculo sorprendente: el jaulón intacto, con el conejo adentro tal como lo habíamos dejado, y a Willy sentado enfrente, meciéndose levemente hacia delante y hacia atrás, repitiendo como una letanía: “esto es un mensaje….es un mensaje…”

Con Pablo le preguntamos -¿Qué pasó, Willy?-. Saliendo de su ensimismamiento, volvió brevemente hacia nosotros su mirada, y nos dijo:
-No sé que paso…, anoche se murió mi conejo y esta mañana muy temprano lo enterré en el fondo. Cuando vuelvo me lo encuentro en su jaula, como dormido, y no sé cómo sucedió, ni que significa todo esto…-

Después de unas rápidas palabras de circunstancias, nos alejamos lo más pronto posible. Nunca le confesamos que era nuestra culpa, que habíamos creído que Pola era una asesina de conejos y no que simplemente había seguido su instinto ante una presa enterrada.  

 Emilio Enrique Menvielle

2 comentarios:

Regalos originales dijo...

Me gusto mucho. Voy a compartir con ustedes otro sitio de cuentos para adultos y niños.

Saludos

Anónimo dijo...

Otra versión más de la conocida leyenda urbana según catalogación del Dr. Jan Harold Brunvand, conocido estudioso del folklore. La versión de Brunvand a la que tuve acceso trata de un gato y su dueña, en vez de un chico y un conejo.