¿Tiene espacio, tiempo, forma, color, el imperio de la muerte? ¿Pueden ellos ver; verme? ¿Pueden llorar las almas? ¿Añoran?
¿Qué estarán haciendo mis muertos mientras yo vivo y no duermo, mientras descanso en una música que te traiga a vos, mi más querido, al mundo de los vivos, mientras el sueño no viene porque se va con vos?
Pregunto sin cesar, sin obtener réplicas, sin continente para las respuestas, sin calmar la sed del porqué mudo.
¿Y el deseo? ¿Son libres las almas del deseo? ¿Son libres de las cadenas de la carne? ¿Son testigos de las cruces que cargamos aquellos que subsistimos? Las cruces de sus tumbas, nunca cerradas en nuestro imaginario. ¿Y las ganas de llorar, de besar, de matar, las tienen? ¿El ansia del mar, zambullirse, lamerlo, sentirlo, la portan? ¿La esperanza de amar, persiste en ellos?
Vuela el ángel de las incógnitas, le sonríe a mis dudas y sus obligados silencios. No me dará respuestas, agitará sus alas sobre la nebulosa de mis incertidumbres para borrar mi búsqueda. Así me dormiré, creyendo haber hallado las respuestas, conformándome con los sí que me convienen y los no que no se ajustan a mis pretensiones
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