Al irme me gritaste: "¡Date prisa!” Salí corriendo, no porque hubiera ninguna prisa, sino porque todo lo que me rodeaba corría: la iridiscencia de los arbustos, las sombras de las nubes sobre la húmeda hierba, las violáceas flores que se escabullían en una hondonada para salvar la vida antes del azote del segador
.”
Vladimir Nabolov: Sonidos (cuento inédito)
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